POESÍAS NEGRAS
DESPUÉS DE MORIR
Después de morir ya no habrá latidos,
más sentimientos,
un mañana en que creer;
la causa de, nunca ha importado;
sólo eres un objeto inerte,
sin futuro,
sin esperanza;
la vanidad ahora será tu castigo,
la falta de humildad será tu castigo;
hombre pequeñito…Desaparece.
PARAMÉDICOS
Paramédicos,
para mí llegaron tarde,
en un minuto
es irreversible.
Apaguen sus sirenas,
ya no hay prisa,
vayan con calma
ahora alguien más me espera.
Soy material de trabajo
para mi amigo el forense,
ese gran profanador de cadáveres
que no nos tiene el menor respeto.
Para ti nadie es especial,
no hay distinción de ningún tipo,
tú haces esperar a los muertos
para dar la opinión final.
Siempre con calma,
—el hedor es rutina
—nunca es tarde
para otro cliente.
NECROFILIA
Voy a robarme tu cuerpo
de ese pulcro y frío lugar,
te sacare de donde estés
para que seas mía.
Para ti no habrá placer,
únicamente será para mí,
te daré un poco de mi calor,
romperé tu calma,
por el placer de una aventura.
Tengo vida para hacerte mover
y disfrutaré verte así, inerte,
nadie lo notara…
tendré cautela en lo que haga.
Lucirás tus mejores galas
te lo aseguro;
no te preocupes
hasta después de la vida hay amor.
¿LOS MUERTOS DUERMEN?
¿Por qué me acomodan
con la cabeza recta y hacia arriba?
así no voy a estar cómodo,
así no voy a estar a gusto.
—Yo siempre dormía de lado.
Mis manos están atadas
como si me fuera a escapar,
no es que me queje demasiado,
pero estoy incomodo.
—Debí dejar dicho esto.
¿Frac?
yo nunca use frac;
¿maquillaje?
¿pues qué creen que soy?
¿Tantos arreglos para esto?
ni morirme me van a dejar en paz,
procuran que no me vea tan mal,
—¿y ya para qué?
si en unos días seré irreconocible.
PUDRIÉNDOSE
Ahora soy un despojo,
alguna vez fui un hombre,
mi cuerpo no tiene memoria,
se hincha,
abre,
rompe,
dejando el paso a miles de gusanos;
permitiendo que se me escapa la vida,
soy la sombra de un sentimiento,
la disociación de muchos recuerdos;
nadie trasciende a la muerte
estoy solo, y todo queda en s i l e n c i o.
EL ÚLTIMO DÍA
El último día para mí ha llegado,
la madre de todas las noches,
donde el tiempo no tiene sentido
y mis actos cobran su sentencia.
Estoy en un limbo,
en un término medio;
entre el cielo y el infierno
hay otra tierra.
Tal vez fue una eternidad sin ruido
pero va adquiriendo un nuevo orden,
veo miles de sufíes bailando
su interminable danza de sonidos y silencio.
—Soy como un esclavo que no puede gritar,
¡sé que esto es una locura
una ilusión de mi cerebro
que se niega a morir!
ÁNGEL ATRAPADO
Debes admitirlo:
Fue por un descuido tuyo
que te atrapara
y te colgara de cabeza
en el centro de mi cuarto
Ya no te contorsionas;
¿se te habrán acabaron las fuerzas?
debes de estar muy triste,
pero está noche te toco perder.
Mi querido ángel;
—te ves mareado
ahora es infernal y roja tu tez;
—te ves cansado.
No te preocupes,
no te dolerá mucho:
voy arrancar y morder tu piel;
pero sabes:
lo primero que haré
será romper tus alas
y comer de tus blancas plumas
para que no te puedas marchar.
En grandes trozos
tirare por la ventana
lo que tenga mal sabor,
pero conservare la carne de tus alas.
Dime querido ángel
¿se me ven bien?,
¡ah! lo que pensaría mi mamá…
por fin su mal hijo se hizo ángel,
deberían de estar aquí los muchachos.
Oye, por cierto:
—¿crees que echen raíz en mí?
ATADO A UNA PIEDRA
Las campanas doblan de placer
y el bullicio de los ángeles muertos
se confunde con el llanto
de los niños que nunca nacieron.
En una sala las brujas
se divierten a cual más,
te dan las gracias por vender tu alma
por una bella y delgada mujer.
Los sátiros corren sin dirección
y en el vientre de la madre muerta
que se abre nuevamente
piden libertad los animales sin sentimiento.
Estás atado a una piedra
y las arpías comen un poco de ti,
cientos de insectos metálicos
carcomen la medula de los huesos
y se regocijan de tu rostro ,
de tu poca paciencia y te recuerdan
lo inútil y pecador que fuiste en el pasado.
EL HORCADO
El árbol que no se dobla
muestra elegante entre el pantano
un horcado que con el paso del tiempo
se ha convertido en un fósil
moviéndose como péndulo.
Boca abierta y mirada al suelo,
brazos caídos sin fuerza
el horcado es acribillado
por las exactas lanzas de Lucifer.
Las serpientes con patas
encajan su veneno de manzana
en las venas de él
y este apenas se convulsiona.
Estancado y lleno de pestilencia
él castrado de garganta,
una y otra vez las penas le son revividas
y su castigo le apetece a sus verdugos.
CUANDO EL INFIERNO DEJÓ DE ARDER
(Un ángel en la tierra. Parte I)
En la negrura de las nubes de la tierra sin luz
se ven centellas que surcan en busca de un hombre:
Arcángeles blancos y azules
con alas de cisne
bajan hasta el último infierno
con espadas de fuego,
vuelan en orden perfecto,
vienen a cumplir una misión,
porque su señor, que es dueño de todo,
manda con su voluntad por un preso,
vienen desde el cielo y se separan,
recorren en escuadrones los abismos;
los demonios que bailaban se aprestan a pelear,
pero uno a uno caen los rojos
en una pelea que sólo puede tener un final.
Cuernos contra alas,
espadas de acero contra espadas de oro;
una guerra por un hombre
que yace penitente en una cueva
donde es castigado por cerberos que le escupen odio.
Alguien grita con todas sus fuerzas contra su padre,
le implora que le deje en paz en su isla de exilio;
—Mientras unos ángeles encuentran su objetivo encadenado.
Después de días (o siglos) de pelear hasta vencer
el infierno deja de arder por un momento
y cae vencido en sus propios dominios;
el jefe al mando de la misión toca la tierra bizarra
para hablar de frente con el prisionero
que tiene una nueva misión que cumplir en la tierra;
—ya que alguna vez prefirió morir antes que obedecer;
pero hoy tiene una nueva encomienda para ratificarse;
la decisión nuevamente es suya.
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Titulo; Poesías Negras
Editorial; Libros en Red
Lanzamiento; Agosto 2000
Numero de ISBN; 987-10-22-433
Paginas ; 85